Todo empezó con una simple frase. "Amar es conceder a alguien el derecho a perseguirte". Isabel la cambió un poco. "Te concedo el derecho a persguirme". Y así comenzó todo. Un verso tras otro, algunos cambios sobre la marcha. ¿Rima? Casi ninguna. El verso libre me gusta. Solo en cuatro versos, que me salió sola la rima y me gustó como quedaba. Y así, llegué a los cincuenta versos. La poesía más larga que jamás había escrito. Orgullosa de mí misma, la cerré ahí.
Llegó entonces la temporada de concursos. La saqué, y la presenté a los concursos del distrito de Vicálvaro, a uno de Roquetas de Mar (Almería) y al de los institutos.
Como dije en la entrada anterior, ya ha quedado finalista en el de Vicálvaro. Y ya era una gran victoria, siendo el primer año en la categoría de adultos... pero ahora resulta que también ha ganado un accesit en el de Roquetas de Mar. Ya estaba feliz por lo del accesit, puesto que es un concurso a nivel nacional, y también porque Cristina, que es una crack, se ha llevado el tercer premio. Pero entonces me he enterado de que todos los textos ganadores se publican en un libro.
Y he empezado a llorar y no podía parar. Sola en mi casa, con los apuntes de Nietzsche al lado. Sé que probablemente esto sea una tontería, y mirándolo fríamente un par de horas me siento bastante tonta por haber llorado, pero es que esto es como el principio de todo. Mi sueño más grande es publicar un libro, y ya sé lo que se siente cuando sabes que algo tuyo va a salir en un libro. Así que esto es como el principio de una bonita historia, espero.
Mañana, la entrega de premios de Vicálvaro.
Laura.
